23 July, 2005

La alianza entre civilizaciones

Francisco Aldecoa*

22 de julio de 2005

Las Naciones Unidas han acogido la idea de crear una alianza entre civilizaciones que el Presidente español José Luis Rodríguez Zapatero defendió el pasado mes de septiembre en la ONU.

No se trata de una novedad sino que es la formalización del pensamiento kantiano que ha presentado históricamente numerosas formulaciones. Esta idea de la alianza entre civilizaciones choca frontalmente con las tesis de Huntington que pronostica un choque inevitable entre civilizaciones.

Más concretamente la alianza entre civilizaciones es una de las constantes de la concepción de la política común europea, que se recoge en numerosos textos. En este sentido, la Declaración de Laeken que recoge el contenido del mandato de la reflexión constitucional se pregunta: "¿No debería Europa, ahora por fin unificada, desempeñar un papel de liderazgo en un nuevo orden planetario, el de una potencia a la vez capaz de desempeñar una función estabilizadora a nivel mundial y de ser punto de referencia para numerosos países y pueblos?". En la misma línea, el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa en su artículo I-3, donde se recogen los objetivos de la Unión, establece que uno de los principios de actuación de la acción exterior europea ha de ser el "respeto mutuo entre los pueblos".

La estrategia de la alianza entre civilizaciones responde a las características del modelo europeo de política exterior frente el norteamericano. Así el primero destaca los valores de igualdad, solidaridad y cohesión en el entorno internacional, mientras que el segundo prima los del orden y la seguridad. Así, cada vez más, se visualiza la separación entre los modelos europeo y norteamericano y la desaparición de la noción de Occidente como reflejo de unos mismos valores. Por el contrario, se ve que Occidente tiene dos almas, dos sensibilidades, que ahora se explicitan. En palabras de Nicole Gnesotto, "parece que la comunidad de valores entre Europa y Estados Unidos ha pasado a mejor vida y refleja el adiós a la noción de Occidente".

El modelo europeo se basa en la conciliación de enemigos históricos. La estrategia de la alianza entre civilizaciones no intenta sino exportar el éxito de ese modelo de cooperación más allá de las fronteras europeas. Así, el concepto estratégico europeo, recogido en la Estrategia Solana aprobada en diciembre de 2003, se propone combatir las diferentes amenazas de la sociedad internacional de la globalización a través de estrategias que responden a la idea de alianza entre civilizaciones. Estrategias como el desarrollo de una política de vecindad y la de lograr un orden internacional regido a través de un multilateralismo eficaz. Estas nociones, especialmente la política de vecindad, recogen la rica herencia de la Asociación Euromediterránea, primer intento de diálogo entre civilizaciones, sobre todo a través de la tercera de sus "cestas", la del diálogo social y cultural.

Un laboratorio especial donde estas ideas dejan de ser meras formulaciones teóricas y se convierten en realidad es en el caso de Turquía. La apertura de las negociaciones de adhesión a la Unión Europea con Turquía supone el rechazo de las tesis de enfrentamiento entre civilizaciones y el primer paso en la alianza real entre las mismas. Con Turquía dentro, la UE fortalecerá su presencia en Oriente Próximo, el Cáucaso y Asia Central, dado el carácter de puente de este país con esas regiones. Además hay que tener en cuenta no sólo las nuevas fronteras sino también el bagaje de relaciones y conexiones históricas políticas, económicas, sociales y culturales del que se puede beneficiar el conjunto de Europa. Por ello la adhesión turca, cuando se produzca, consolidará a la Unión Europea como un actor real en la política mundial.

Al día de hoy hay que constatar que si bien el choque cultural inevitable entre civilizaciones se puede descartar, lo que existe y tiende a crecer es la brecha Norte-Sur. El choque puede producirse por la brecha económica y de desarrollo social existente entre las civilizaciones, brecha que no hace sino crecer y que hay que contrarrestar con una política exterior de responsabilidad que ayude a estos países a desarrollarse sosteniblemente y a integrarse en la economía mundial.

* Catedrático de Relaciones Internacionales y decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología

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